El canto del monte y los vientos puneños pusieron a volar pañuelos en la madrugada de Cosquín.
Era previsible: celebración y lágrimas fueron la natural consecuencia de una complicidad, de una mensura común en el sentimiento entre Los Manseros Santiagueños y ese público que llenó la plaza para que desde ella les llegará a los cantores la energía renovada de un “eterno amor”. Sesenta y cinco años se cumplieron desde que Leocadio Torres y Onofre Paz fundaron el grupo por el que también pasaron Carlos Carabajal y Cuti Carabajal. Cuando “Fatiga” Reynoso se fue al cielo de los bombistos quedó un vacío que aún hoy puede verse en la puesta. Pero quedan voces identitarias y un estilo cuya pureza no se ha perdido.
EL LLANTO DEL FUNDADOR
Onofre, con sus largos ochenta años, estaba sentado en el centro del escenario; al girar la cabeza vió en la pantalla la imagen de su hijo Martin, autor del exitoso tema “Eterno amor”, se llevó las manos a su rostro y una palabra de dolor precedió el llanto por la ausencia de ese joven que con apenas 48 años murió en octubre de 2023. Pocos pudieron contener la emoción y pudo verse en la platea a quienes también enjugaban lágrimas. Fue un clima difícil de traducir con palabras porque resulta imposible intelectualizar el amor. El consuelo fue el canto que siempre se pone por encima del dolor. La presencia de Flor Paz pareció alentar al Mansero. Al fin, por la magia de los ciclos, su canto tiene también acento joven.
Tras la actuación, los “stones” del folklore se llevaron en la estruendosa ovación el cariño de miles de personas que saben que Cosquín sería menor sin ellos porque son la fuente en la que la nueva generación debe abrevar para poner la canción por sobre la fugacidad de la fama.
LAS VOCES DEL MONTE
Christian Herrera y Lázaro Caballero hicieron una verdadera fiesta en sus presentaciones individuales que alcanzó su punto más alto cuando en el cierre de la cuarta luna se sumó el Indio Lucio Rojas, ese cantor del Chaco Salteño que, que en su trayectoria sumó su voz a Los Carabajal y luego a la ya disuelta empresa familiar que lideró su hermano Jorge Rojas.
ENCENDIDA DEFENSA DE LA DIVERSIDAD SEXUAL
A alguien se le ocurrió compararla con Lali Esposito en una analogía que es recurrente al momento de improvisar. Hay miles, probablemente millones de personas que en medio de tanto ninguneo, negacionismo y hasta pretensiones de silenciar las voces disidentes al poder, ratifican el respeto por la diversidad. Esta vez la comparación fue para la multi instrumentista Micaela Chauque, la aerofonista, cantora y coplera de Iruya que convocó a celebrar el amor mientras flameaban las banderas de distintas diversidades sexuales en medio de las cholitas que danzaban los ritmos del altiplano.
La cuarta luna fue una demostración más de que no sólo los artistas “taquilleros” pueden llenar la plaza y que el compromiso social y la defensa de los derechos pueden expresarse desde el arte y creciendo desde el pie como sostenía el gran Alfredo Zitarrosa.