El ministro Nicolás Dujovne anunciará, a las 9:45 justo antes de que abran los mercados, un paquete de medidas de ajuste fiscal, en un renovado impulso en la búsqueda de acelerar la llegada al déficit cero. Las principales medidas que hasta anoche debatían en el Gobierno son:
Por el lado del gasto, el recorte ya plantea interrogantes por su sostenibilidad política y social (para contrarrestar, el Gobierno activaría la partida extra de 0,2% del PBI para gasto social). El primer acuerdo stand by, publicado por el FMI, implicaba un ajuste muy fuerte, con impacto en los salarios públicos, el consumo y la actividad. Hasta ahí se buscaba una reducción del déficit fiscal hasta llegar a 1,3% del PBI en 2019. Ahora, el intento por llegar más cerca del 0% para seducir al FMI.
Lo puso en números el analista de ACM, Guido Lorenzo: "Para lograr un déficit de 0,3% del PBI el año que viene, en total comparando al 2018 con el 2019, tenés que reducir alrededor de $500.000 millones de rojo. Ya estaba previsto un recorte de $350.000 millones para llegar a 1,3%. Todo eso va a estar destruyendo empleos públicos y su aporte a la demanda agregada. Se rompe la maldición de los años impares de crecimiento y pares de contracción. Y será para mal".
El recorte pautado en el acuerdo con el FMI para el 2019 era de 2% de los gastos corrientes y de 19,1% de la inversión pública (en total, los $350.000 millones del cálculo de Lorenzo). Ya esos números ponían en riesgo la posibilidad de que la economía mostrara crecimiento durante el 2019. Ahora esa esperanza queda atrás. No habrá efecto serrucho.
Las definiciones se conocerán hoy antes de que abran los mercados. Lorenzo señaló: "Con retenciones no alcanzaría para cerrar la brecha de $150.000 millones". Es decir: habrá más ajuste por el lado del gasto.
Y calculó que sólo un impuesto de 5% a todas las exportaciones podría aportar significativamente por el lado de la recaudación: le daría al Tesoro un ingreso de u$s2.300 millones. Ahí la complicación aparece por el significado político y económico que implica cobrarle retenciones a sectores que no necesariamente gozan de ventajas comparativas, como la industria.
Después del anuncio, Dujovne viaja a EE.UU. junto al presidente del BCRA, Luis Caputo, a negociar el adelanto de los desembolsos del FMI y la venia oficial al nuevo plan de ajuste. La presencia del jefe del Central en Washington es para pedir al organismo un permiso para usar más reservas para intervenir en el mercado cambiario.
"Estamos trabajando en reducir las necesidades de financiamiento reduciendo el déficit fiscal de argentina, de manera que tengamos que emitir menos deuda", había explicado Dujovne. Ahí, lejos de haber consenso acerca del diagnóstico fiscalista, la discusión es álgida. Muchos analistas señalan que reducir el déficit fiscal no cierra las necesidades de dólares de la economía, por lo cual se generaría un impacto social fuerte, sin solucionar el problema macro. La discusión viene desde hace rato.
Hace ya unos meses el economista Pablo Gerchunoff la graficó en una entrevista con La Nación: "El primer problema es el diagnóstico sesgadamente fiscalista y la subestimación de los desequilibrios externos, el déficit de cuenta corriente. En las economías modernas casi no hay experiencias de reducción del gasto público porque es una red de contratos sociales para transferir ingresos desde ricos a pobres y de jóvenes a viejos".
El analista financiero, Estanislao Malic, sostuvo: "Al frente externo no lo solucionás con ajuste fiscal. Si reducís el déficit interno todavía necesitás dólares para la cuenta corriente y la fuga. A la fuga, que es de u$s3.000 millones por mes, no la solucionás con devaluación porque en los meses siguientes volvés a tener inflación que deja pesos en el bolsillo para dolarizarse".