— División Noticias LT9
En 1992, el egipcio Butros Gali asumía como secretario general de la ONU advirtiendo que “ni el sistema de Naciones Unidas ni los gobiernos, por sí solos, pueden lograr la paz, en el sentido más amplio del término”. Han pasado más de tres décadas de su discurso, y la advertencia cobra especial vigencia en un mundo actual sacudido por los sucesos en Gaza, Líbano o Ucrania, entre otros conflictos. La reciente cumbre celebrada en Nueva York, expuso además posturas muy críticas sobre la efectividad del sistema “onusiano”, como la expresada por el presidente Javier Milei. Para la internacionalista, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Rosario, Dra. Carla Morasso, el discurso del mandatario argentino incurrió en ambigüedades conceptuales sobre la naturaleza del organismo y desconoció logros concretos que contribuyeron a la diplomacia entre países para la prosecución de la paz y el desarrollo. De igual modo, el escenario presente de complejidad incremental, renueva el interrogante sobre cómo y cuándo sería posible un rediseño del funcionamiento del organismo gestado en 1945 tras la Segunda Guerra Mundial.
¿Qué análisis se desprende del discurso pronunciado por Javier Milei ante la Asamblea de Naciones Unidas?
En primer lugar, es errónea la lectura que realiza el presidente sobre Naciones Unidas como una especie de gobierno supranacional que impone una agenda ideológica desde la cual dicta a los Estados lo que deben hacer. El organismo es una organización intergubernamental formada por Estados miembros que voluntariamente participan en sus distintos espacios. A través de la ONU se generan agendas de consenso que intentan brindar lineamientos de acción conjunta para abordar problemáticas comunes a todos los países del mundo. Tal es el ejemplo de la Agenda 2030 a la cual se opone el actual gobierno del presidente Milei.
El segundo punto a tener en cuenta, es que señala que se ha desnaturalizado el consejo de seguridad porque el derecho a veto ha empezado a utilizarse en defensa de intereses particulares. En ese sentido, el presidente se está olvidando que el consejo de seguridad que tiene cinco miembros permanentes con derecho a veto, siempre ha funcionado de esa manera, y de hecho, durante el período de guerra fría, el veto fue lo que primó, y el organismo mantuvo su consejo de seguridad casi paralizado y sin resoluciones por el distanciamiento que había entre EE.UU. y la Unión Soviética.
Un tercer aspecto, muy importante, tiene que ver con Malvinas. En el único momento en que el presidente hizo alusión a la disputa de soberanía entre Argentina y el Reino Unido, fue para decir que Naciones Unidas no pudo defender la soberanía de nuestro país. En esto se debe tener mucho cuidado, porque la ONU es justamente el único espacio en el cual Argentina avanzó diplomáticamente y ha logrado en algunos períodos históricos que el Reino Unido se siente a la mesa de negociaciones. Naciones Unidas es el espacio que contiene al organismo de descolonización que se ocupó de todos los casos de África y Asia. Hoy quedan pendientes muy pocos casos similares, entre ellos Malvinas, y que esté pendiente tiene que ver con la negativa del Reino Unido de sentarse a dialogar con Argentina y encontrar un acuerdo para poder negociar los derechos que Argentina detenta. Ir en contra de la ONU es grave, cuando ha sido el ámbito que consideró a Malvinas como un caso de colonización, es una lectura que al menos debe ser revisada.
El último punto al cual también se debe prestar atención, tiene que ver con el señalamiento que realizó el presidente sobre la posibilidad de abandonar la posición de neutralidad histórica que ha caracterizado a Argentina. Cabe preguntarnos, ¿neutralidad en torno a qué? Generalmente, cuando uno plantea desde un gobierno nacional una neutralidad, es en relación con un conflicto específico, o una situación en curso, ante la cual se resuelve esa posición de neutralidad. Eso no quedó claro en el discurso de Milei
¿Está en crisis la capacidad de la ONU para intervenir en los asuntos más críticos y sensibles de la actualidad?
Ya al poco tiempo de su creación, la ONU comenzó a recibir críticas en cuanto a su incidencia en la búsqueda de una paz total y duradera. Sin embargo, esto se debió a la propia naturaleza de un sistema internacional anárquico.
Cuando pensamos solamente en las cosas que el organismo no ha alcanzado, perdemos de vista aquellos logros importantes que se concretaron, por ejemplo, el rol que ha jugado el organismo en los procesos de descolonización en África y Asia, o la generación de agendas de desarrollo para los países del Sur, con aspectos técnicos, con aspectos financieros y con la generación de lineamientos para promover ese desarrollo. Incluso, en la promoción de valores compartidos por países con trayectorias y miradas muy diferentes hacia el mundo. Tal es el caso de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2015) o la Agenda 2030, que plantean metas comunes.
Por otra parte, debe señalarse el protagonismo de la ONU en programas de mantenimiento de la paz o de construcción de acuerdos para la paz, como los casos de Colombia, de algunos países africanos, y de la frontera entre India y Pakistán. Estos ejemplos refutan las posiciones más críticas hacia un organismo cuya capacidad no está en decadencia, aunque se reconozca la necesidad de cambios que puedan acompañar las transiciones que se están dando en la relación de fuerzas del sistema internacional actual.
¿Cuáles son las principales iniciativas reformistas?
Los debates y las discusiones en torno a modificaciones en la estructura y el funcionamiento del sistema de Naciones Unidas y en particular, de su Consejo de Seguridad, llevan ya largo tiempo. Tenemos el caso del “G4” conformado por India, Alemania, Japón y Brasil, que discuten la actual conformación del Consejo de Seguridad y proponen reformas para que se incorporen nuevos miembros y se cambie el sistema de representación, y que no sean solamente cinco los países que puedan tener el control por su derecho a veto. También, Argentina forma parte del grupo “Unidos por el Consenso” que tuvo el último encuentro en 2023 con la participación de nuestro país. En este grupo, además de Argentina, se encuentran Corea del Sur, España, Costa Rica, Canadá y México. Este conjunto de países ha planteado alternativas para encarar una reforma del funcionamiento del Consejo de Seguridad. Por otra parte desde el año 2007, con la asunción del secretario general actual António Guterres, Naciones Unidas inició un proceso de reformas (Unidos para la Reforma) vinculadas a las formas de gestión, a los objetivos de desarrollo, paz y seguridad, que están en línea con la agenda 2030. Es decir, es un tema que está siempre presente. En una etapa de transición del sistema internacional, con una disputa fuerte entre China y Estados Unidos, y con un mayor protagonismo de potencias emergentes como India, Brasil, Sudáfrica, Corea del Sur, pueden propulsarse algunos cambios en el organismo que vayan acompañando las modificaciones de la estructura de poder del orden internacional del siglo XXI.