El Loco, recordado exarquero de Boca Juniors y con paso por Unión, llevaba más de dos meses internado en terapia intensiva, bajo un coma farmacológico, y dependiente de soporte respiratorio.
Fuentes del Ministerio de Salud de la Ciudad confirmaron el fallecimiento del “Loco” cerca de las 17.30.
Su cuadro clínico se agravó progresivamente, tras haber ingresado inicialmente por una fractura de cadera. La situación se complicó con una infección intrahospitalaria y un severo cuadro de insuficiencia cardíaca y renal, que finalmente deterioraron por completo su estado general.
Su hijo Lucas Gatti, también exjugador, había comentado días atrás que el proceso era muy lento y requería de paciencia. “Todo lo que no sea empeorar es mejora. Es un proceso lento y sabemos que necesitamos paciencia”, había expresado con esperanza, aunque ya se intuía la gravedad del cuadro. Gatti ya había tenido un importante susto de salud en 2020, cuando fue diagnosticado con una neumonía bilateral durante su residencia en Madrid, donde participaba activamente como panelista en el programa deportivo “El Chiringuito”. En aquella ocasión logró recuperarse, pero esta vez, la situación parece no ofrecer salida.
Figura inconfundible del fútbol argentino, Gatti se hizo un lógico merecedor del apodo Loco por su espíritu alegre para interpretar el fútbol como un espectáculo, un show. Consideraba que el hincha que iba a la cancha debía llevarse algo más que un resultado. Y él se lo ofrecía con un estilo audaz, atrevido, que para muchos conservadores era fronterizo con la temeridad.