"Esto es un sueño, siempre da revancha el automovilismo", lloraba Christian Ledesma , esta vez de alegría. Cuarenta y ocho horas antes, su tristeza era infinita. Había roto el Renault Fluence n° 22 que estrenaba Emiliano Spataro en los 200 Kilómetros de Buenos Aires, golpeándolo de cola a 120 km/h, hasta el punto de dejarlo prácticamente irreparable. "Me duele el alma", repetía. Dos días después, había cambiado ese dolor por la inmensa alegría del triunfo más increíble en muchos años en el automovilismo argentino.
Foto: Germán Dellamónica / LT9
"Estos golpes siempre producen buenos resultados". Ese era el pronóstico que Martín Romero, el chapista que se mantuvo prácticamente 48 horas sin dormir para reparar con sus asistentes y los mecánicos del Renault el coche golpeado, entregaba a la nación después de completar su ardua tarea. Volver a poner en condiciones el auto llevó aproximadamente 16 horas, desde las 19:30 del viernes hasta las 9:25 del sábado. "El auto quedó algo torcido, no quedó del todo bien", confiaba Spataro. "No está funcionando como nosotros queremos", sostenía Ledesma. Era el más lento de los cuatro autos oficiales de la marca, pero ya era un milagro que pudiera correr. Nadie podía imaginar que ese milagro quedaría empequeñecido.
La tormenta nocturna arrasó resultados y posibilidades. El agua acompañó toda la mañana y demoró hasta la exasperación la largada de los 200 Kilómetros. "Corramos con gomas para lluvia" propuso el ingeniero Maxi Juárez, autor conceptual del coche debutante y recuperado. Fueron de los pocos que arriesgaron. Ardusso y Pernía, los otros ases del equipo, lideraron -con gomas slick- 24 de las 26 vueltas definitivas de la carrera. La lluvia pesada que se derramó en la fase final de la carrera cambió todo el escenario.
Ledesma había llevado el auto desde la 16ª posición de largada hasta el cuarto lugar en el giro 16, cuando le cedió el volante a su compañero. "Christian se manejó todo", explicó el piloto de Lanús. "Yo dí pocas vueltas y tuve la suerte de que estuviera todo mojado". Ese final inesperado lo encontró peleando la punta contra otra sorpresa, el Ford Focus particular de Juan "Colo" Rosso (el hijo de Víctor, histórico de la categoría), que aprendió a correr bajo el agua compitiendo un año en Inglaterra, y Sebastián Peluso, con antecedentes en el TC Mouras y el TC2000 que hacía su debut en el SuperTC2000. "La verdad es que no veía nada, veníamos con problemas en el limpiaparabrisas, si no ganábamos", dijo luego el debutante que estuvo a media vuelta de ganar. "Esa última media vuelta la hice a fondo", señaló Spataro, que casi pierde la carrera en un derrape en la Ese del Ciervo.
Cuarenta y ocho horas después, la agonía se volvió euforia. "Quiero destacar la estrategia del equipo: ellos dejan la vida, siente la camiseta y respetan al automovilismo", decía fuera de sí Sergio Polze, el titular de la escuadra Sportteam, una de las oficiales de Renault y que a lo largo de las dos noches de viernes y sábado solo durmió "un par de siestas". Ya habían ganado poniendo al coche n° 22 en condiciones de correr; con la bandera a cuadros recibieron un premio mayúsculo, que no olvidarán jamás.
La inesperada lluvia del final de la carrera sacó de escena a algunos protagonistas del campeonato que corrían con cubiertas para piso seco. El poleman Facundo Ardusso cayó del segundo al 15° lugar; Leonel Pernía, que punteaba en la última neutralización acabó noveno; Matías Rossi, que corrió en pareja con Pechito López, pasó del cuarto al 16° puesto: "Mi radio no funcionó en ningún momento y no pude avisar al Equipo que lo mejor para mí era cambiar neumáticos por los de lluvia", se lamentó el internacional cordobés. Mariano Werner cayó del tercer lugar al 17°. Con esas circunstancias, Ardusso sigue líder del torneo, con 149 puntos, ahora delante de Spataro (128,5); Werner suma 126, y Pernía quedó con 121, mientras Rossi cayó al sexto lugar (110).
Fuente: La Nación