Dramático. Emocionante. Inolvidable. De la mano, y los pies, de un Lionel Messi extraordinario, la selección argentina le ganó 3 a 1 a Ecuador en Quito y se clasificó al Mundial de Rusia 2018.
Cuando el equipo que conduce Jorge Sampaoli logró recuperar la respiración, luego de ese puñal precoz que significó el gol ecuatoriano (Ibarra) a los 40 segundos, logró volver a meterse en el partido y emparejarlo. Primero en el juego, y minutos después, en la red.
A los 12 minutos, Lionel Messi conectó un centro rasante de Di María , después de una apertura de Darío Benedetto y estableció el 1 a 1. El crack rosarino apenas lo celebró. Con el envión, fue a buscar la pelota adentro del arco local y la llevó rápido al círculo central. Aunque faltaban 78 minutos para el final del encuentro, no había tiempo que perder.
Messi sabía más que nadie que esta noche era LA noche. Que el sueño mundialista de la selección argentina dependía, en gran medida, de su actuación. Y estuvo a la altura de las circunstancias.
Apenas 8 minutos después, el Nº 10 golpeó de nuevo. La suerte, esa maldita suerte que le dijo que no en la Bombonera con el palo, esta vez le jugó a favor en el rebote previo al 2 a 1. Después, claro, con su zurda la clavó en el ángulo.
Los 2800 metros de altura le pasaron factura al equipo albiceleste, que bajó el ritmo en la segunda parte. Sin embargo a los 17 minutos, como si fuese necesario, Lionel Messi se encargó de llevar tranquilidad. Recibió el balón un par de metros atrás de la medialuna del área, jugó a que Benedetrto se llevara la marca, encaró para su zurda y la picó, para desairar a los defensores y al arquero ecuatoriano, testigos privilegiados de tamaña lucidez.
Con el pitazo final, todo fue celebración albiceleste en el estadio Atahualpa, donde miles de ecuatorianos dejaron de lado la rivalidad deportiva para rendirse a los pies del genio.
Messi, Messi y Messi. Hat Trick del crack rosarino para que todo un país celebre una clasificación con angustia, que se guardó este final con épica, pero también con fútbol, personalidad y goles.
Fuente: La Nación