Con un poco de vergüenza, pero consciente de que sacar a la luz su historia puede ayudar a muchas mujeres, Carina decidió contarla. y lo hizo en el programa Primera Mañana de LT9.
"Estaba en pareja con un hombre, el padre de mis hijos que me mataba a palos”. Según su propio relato las denuncias no le sirvieron de nada, porque ni siquiera le permitieron tener un botón antipánico. Pasado el tiempo se separó del hombre y se quedó sola con 3 hijos, sin casa, sin ropa, sin nada.
Su hermano que vive en Comodoro Rivadavia, la incentivó para viajar al sur. Allí fue, consiguió trabajo en una panadería y hasta logró ahorrar dinero. Cuando pudo regresó a Santa Fe, para volver a estar con sus hijos. Compró una casa, pero la estafaron: cuando pagó la última cuota, la desalojaron. Le había pagado a un hombre que no era el dueño de la propiedad. Otra vez en la calle y sin dinero.
Ahí apareció una vecina, alguien a quien conocía. Le propuso viajar a Río Grande, Tierra del Fuego. La entusiasmó diciéndole que encontraría trabajo, que había gente muy buena que la ayudaría.
Carina, pensando en el futuro de sus hijos se arriesgó. La vecina pagó el pasaje aéreo desde Sauce Viejo hasta Buenos Aires y desde ahí hasta Ushuaia.
Cuando llegó a Buenos Aires la demoraron porque le dijeron que detectaron drogas en su bolso. Hasta la desnudaron, casi pierde el vuelo al sur. Cuando arribó a Ushuaia, un control similar, denigrante, dijo Carina.
La mujer relató que durante el periplo, su vecina, la que le había propuesto el viaje y hasta lo había pagado, le mandaba mensajes constantemente y le pedía que los borrara. Le pareció raro, pero en medio de las emociones y los miedos, siguió adelante.
Desde Ushuaia viajó hasta Río Grande, cuando tomó un taxi, se dio cuenta que un auto negro los seguía, hasta arribar a una casa enorme, hermosa. Ahí estaba esperándola su vecina, quien la invitó a cenar con unos amigos. Según relata Carina esa fue la última vez que vio a su vecina.
A partir de ahí el horror. Enseguida se dio cuenta que se trataba de trabajo sexual y ya no podía escapar, estaban muy controladas.
"Además eran umbanda, nos obligaban a participar de los ritos,te hacían bañar con sangre, beberla, bañarse con 5 hombres. Había otras chicas de Santa Fe y también de chaco".
A los 5 meses de estar viviendo ese horror, Carina se enteró que estaba embarazada: "Me llevaron al hospital y el médico me dijo que era muy fácil de sacar con un raspado. Yo no quería hacerme un aborto", dijo Carina. "Esos dos meses fueron terribles", relató. "Yo no sabía cómo estaba mi bebé, si tenía alguna infección, y qué harían conmigo en esa condición, empecé a consumir alcohol y drogas. No podía más”, agregó.
"En todo este tiempo había un hombre que hacía uso del servicio, que era camionero y me dio su número de teléfono, lo escribí en la parte de adentro de una campera y en la suela de una zapatilla, para que no me lo descubrieran”, siguió relatando.
“Un día se corría la versión de un allanamiento, en la casa, llegó la policía, eran los federales, clientes de la casa, policías corruptos, que hicieron toda una puesta en escena. Con una compañera con la que nos hicimos amigas, en medio de todo ese escenario decidimos escapar. Salimos por una puerta trasera y corrimos, corrimos mucho, como veinte cuadras. Hasta que pudimos llamar a aquel camionero que nos había dado su número. Nos pidió que fuéramos a Ushuaia. Ahí nos encontramos en una estación de servicios sobre la ruta, nos llevó en su camión hasta Buenos Aires. Me compró ropa, unas pantuflas y hasta un pasaje para que pudiera llegar en colectivo a Santa Fe”, dijo sobre su huida.
“Volví a Santa Fe con las manos vacías y un embarazo de seis meses”, contó Carina. “Una vecina me acercó un papel que tenía el número de Gravida, ellos me ayudaron con mi bebé, pude hacerme controles médicos y ahí arranqué de cero otra vez. Pude construir un ranchito, en un pedacito de patio que me cedió mi mamá”.
La beba de Carina nació a término, hoy tiene 6 meses, “es una gordita hermosa, sanita”, relató emocionada. Hoy de vuelta en Santa Fe y junto a sus hijos, esta mujer que pasó por las peores experiencias que puede atravesar una mujer, se gana la vida con changas, vendiendo alfajores y pan casero.
“Camino todo el día y estoy mucho tiempo fuera de casa, me gustaría poder estar más tiempo con mis hijos, con un emprendimiento en casa sería más fácil”, aseguró Carina, quien a pesar de todo, encuentra en ellos, sus hijos, el motivo para volver a intentarlo.