"Con todo respeto, no da para analizar el partido, sólo les vengo a decir que tomé la decisión de dar un paso al costado". La frase sonó tajante de parte de Paolo Montero y fue la que la maraña de periodistas estaban aguardando. Desde el pitazo final de Federico Beligoy, con la derrota sellada por penales, el mundillo futbolístico ya imaginaba sobre qué ejes iba a girar la conferencia del técnico uruguayo. Y fue así, Paolo ya no es más el técnico canalla después de haber quedado eliminado de la Copa Argentina, que era justamente el torneo que todavía lo tenía portando el buzo de entrenador en Arroyito. El panorama estaba tan claro como el agua. No se hablaba demasiado del tema ni se realizaban declaraciones con tanta contundencia, pero nadie podía hacerse el distraído y pensar que después de la eliminación el técnico podía seguir al frente del grupo. De aquí en más una nueva historia por escribir, con un Central por el piso, devastado anímicamente y sin objetivos importantes de aquí en más, a excepción del cosquilleo que generará el clásico dentro de un puñado de días. Desde mañana Leonardo Fernández, quien se consagró en la Copa Santa Fe, se hará cargo del plantel y después de eso se verá.
Central sabía que tenía unas pocas balas más. Y Montero era el principal actor en ese juego de la ruleta rusa a la que quedó expuesto el equipo. El punto de quiebre era la Copa Argentina. Era clasificación a la final y posible acceso a la Libertadores o el final de un ciclo. Ocurrió lo segundo.
Ahora es trabajo duro para los dirigentes, a quienes esta derrota y final de ciclo del DT uruguayo sin dudas los salpica de una manera elocuente. Ellos sabían más que nadie que esa búsqueda de técnico que se iniciará hoy con todas las luces (hace tiempo que hubo sondeos con algunos) no haya tenido cuerpo y forma un poco más atrás en el tiempo por esos encuentros en los que el equipo supo sacar chapa en esta esquiva Copa Argentina.
Pero Paolo era consciente de dónde estaba su límite. Nunca hizo falta ser un iluminado para en tender que su estadía en Central dependía de hasta dónde el equipo se mantenía con vida en el torneo en el que ayer se despidió. Aquel "estoy ante una situación límite" que tiró después de la derrota contra Banfield fue la primera gran señal. Aquella vociferación sobre que "el partido que viene es una final para este cuerpo técnico" que disparó tras la derrota frente a Argentinos Juniors otro granito de arena a esta historia a la que sólo le faltaba determinar en qué partido le iba a llegar el final. Ese final pudo ser con una consagración, que hasta anoche estuve aún latente, pero la taba cayó para el otro lado.
Hubo una banca importante de este plantel, especialmente después de aquella recordada estrepitosa caída contra Banfield, que fue lo que detuvo en cierta forma lo que algunos integrantes de la comisión directiva pensaban en contrario. Pero todo quedó a remolque de los resultados, como suele ocurrir en el fútbol. Por eso tantas veces se le escuchó decir al propio Montero "esto es fútbol".
Un lacerante tránsito en la Superliga fue lo que de a poco fue minando el accionar de Paolo y puso su continuidad contra las cuerdas. Sólo había lugar para las alegrías que pudieran llegar de la Copa Argentina.
Su pellejo encontró resguardo y protección con la formidable victoria contra Boca por octavos de final. Y se potenció con la épica remontada frente a Godoy Cruz (cuartos de final). Pero todo se dio dentro de un contexto de absoluto desmejoramiento de la imagen y acompañado por la incapacidad de lograr que el equipo adquiera una idea clara de juego. Por eso, sólo se dependía, se insiste, de la Copa Argentina.
Hoy de nada sirve aquel arribo al club y posterior despegue del equipo (tras una floja campaña del Chacho Coudet) que lo llevó incluso a pelear un lugar por la clasificación a la Copa Sudamericana, más allá de que los últimos partidos del semestre anterior también fueron ordinarios y vacíos de resultados. Lo que vino fue un rearmado de plantel que hoy deja no sólo muchas dudas, sino también muy poco espacio para las esperanzas de que la cosa se encarrile.
Lo de anoche aquí en Formosa fue un mazazo para Central. Porque hubo eliminación, el final de una historia que todavía cargaba con algún mínimo resabio de esperanzas y también un final de ciclo futbolístico que tuvo como actor principal a un Paolo Montero que sabía y ya había dado a entender que cuando el equipo finalizara su faena en la Copa Argentina él y sus colaboradores iban a tomar las valijas que hace tiempo estaban armadas, pero que recién anoche emprendieron la retirada.
La no clasificación a la final fue el final del ciclo de Montero en Central.
Despedida de pocas palabras
Monologó ante los periodistas. No permitió preguntas y sólo se remitió a informar su dimisión al cargo de técnico canalla. La salida de Paolo Montero era la primera que se esperaba. La que habían anunciado. Pero el primero en aparecer fue el Ruso Zielinski. Su palabra también era importante, pero la mayoría quería saber qué iba a decir el DT canalla. No hubo lugar para realizar una conferencia de prensa con todas las letras, con preguntas y respuestas. Fue un monólogo de parte del ya ex técnico auriazul "¡Upa! Tiró ni bien se paró ante el grueso de los periodistas, quienes en el afán de quedar cerca de su persona casi tumban la valla de contención.
"¿Tenés una resolución determinada ya?", fue la única pregunta que se le hizo y a partir de la cual el uruguayo se despachó sin interrupciones. "Con todo respeto les vengo a decir que no da para analizar el partido ni contestar preguntas, sino que por respeto vine a despedirme de todos ustedes. Ya les informamos a los jugadores y a los dirigentes que damos un paso al costado. Nada más que eso. No hay nada que analizar, no hay nada que pensar, no se están dando los resultados en la Superliga y lo que quiero decir que el responsable de todo soy yo. Hay que seguir adelante, con mucha fuerza. Les quiero agradecer a todos ustedes, por eso les quiero decir que primero se lo tuve que informar a los jugadores. Ustedes saben que siempre vengo rápido a hablar pero había jugadores que todavía se estaban duchando y también esperé que los dirigentes llegaran al vestuario". Eso fue todo de parte de un Montero que sólo esbozó una pequeña sonrisa cuando se lo consultó sobre qué le habían dicho los directivos auriazules.
Después de eso no hubo más nada, aunque con eso alcanzaba. Media vuelta y de nuevo al interior de un vestuario que recién comenzaba a masticar la eliminación.
Fuente: La Capital