"Prohibido quejarse". Esto dice el cartel que apareció hace unos días en la puerta de la suite en la que vive el papa Francisco en la residencia de Santa Marta, en el Vaticano. Fiel reflejo de que Jorge Bergoglio no ha perdido su clásico humor porteño, se trata de un regalo que le hizo Salvó Noé, un psicólogo italiano que suele escribir libros de autoayuda, según reveló hoy Vatican Insider, el sitio de información religiosa del diario La Stampa.
"Lo voy a poner en la puerta de mi oficina, donde recibo a personas", le dijo Francisco a Noé cuando, en junio pasado, le obsequió el gracioso cartel de "Prohibido quejarse" junto a un libro con el mismo título, al final de una audiencia general en la Plaza San Pedro. Y el Papa cumplió. No lo colgó en la puerta de su oficina del Palacio Apostólico, donde suele recibir en audiencia a altos prelados y jefes de Estado, porque seguramente no pegaba con ese ambiente de singular belleza. Pero sí en la puerta de madera de la suite en la que vive, en el primer piso de la residencia de Santa Marta, donde también suele recibir gente.
Debajo del "Prohibido quejarse" puede leerse: "Los transgresores están sujetos a un síndrome de victimismo con consecuente baja del tono del humor y de la capacidad de resolver los problemas. La sanción es doble si la violación es cometida en presencia de niños".
"Para dar lo mejor de sí hay que concentrarse en las propias potencialidades y no en los propios límites, por lo tanto: dejá de quejarte y actuá para cambiar para mejorar tu vida", concluye.
Según el sacerdote que estuvo con el Papa y tomó la foto al irónico cartel que reina desde hace unos días en el puerta del departamento papal -que el propio Francisco le hizo notar-, el Pontífice se encuentra totalmente sereno. Más allá de versiones periodísticas que lo pintan agobiado por opositores internos y por los problemas estallados últimamente en el Vaticano -como la abrupta salida del cardenal George Pell de la Secretaría para la Economía porque debió viajar a Australia para defenderse de acusaciones de abusos de menores-, no ha perdido para nada el humor. Y, pese a que está de "vacaciones" -en julio suspendió las audiencias generales de los miércoles, las audiencias y las misas matutinas-, sigue trabajando y preparando sus discursos para el viaje a Colombia, en septiembre.
Fuente: La Nación