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La música popular argentina en todas sus formas, con momentos muy emotivos que quedarán en la memoria colectiva y un cierre en el que se hermanaron el folklore y el rock. Así podría resumirse la quinta luna de este Cosquín 2025 que entró en la segunda mitad de su edición Lunas de Platino.
Sin dudas, el segmento más esperado y celebrado de la noche fue la gran celebración por los 50 años de música de Peteco Carabajal. Cerca de las dos de la mañana, el músico santiagueño hizo su aparición en el escenario Atahualpa Yupanqui para desplegar un recorrido por sus diferentes etapas musicales junto a invitados de todas las generaciones.
El arranque fue por demás conmovedor con la zamba A mis viejos junto al bandoneonista Juan Carlos Marín y el himno Digo a la mazamorra, con Peteco al frente secundado por una suerte de “bandas eternas” que incluyó a una selección de músicos que lo acompañaron en sus diferentes formaciones.
La banda estable se conformó con varios integrantes de la familia Carabajal (Demi en la batería, su hijo Homero en la guitarra eléctrica, Ricky en bajo, y Roxana, Graciela, Huahui Basualdo y Martina Ulrich en percusión y coros) y hasta el propio Raly Barrionuevo como un miembro más, como en los comienzos de su camino musical.
Luego de repasar temas de sus primeros discos solistas (Encuentro y Borrando fronteras), y evocar sus comienzos con Santiago Trío, Peteco encaró la segunda parte del concierto invitando a los referentes de la danza como Juan Saavedra y sus sobrinos Koki y Pajarín, más un gigantesco ensamble de bombos legüeros encabezados por El Indio Froilán. Una postal bien santiagueña a la que el público le rindió pleitesía con su contemplación.
Tras Las manos de mi madre y Perfume de carnaval, coreadas por todos los presentes y el público incluido, la recta final fue a pura chacarera con la plaza convertida en un auténtico patio de baile. Peteco salió con su violín y comenzó el hechizo: la alusiva Embrujo de mi tierra, Puente carretero y Entre a mi pago sin golpear terminaron de desatar la fiesta peñera.
Para el epílogo quedó un necesario y merecido reconocimiento con la entrega de sendos premios, el Camin a la Trayectoria y la Luna de Platino, en referencia a esta edición.
La noche había comenzado con la interpretación del Himno a Cosquín por la compañía Riveros Luna, ganadora de Pre Cosquín como Conjunto de Baile Folklórico, que más tarde también presentó su propio cuadro con el que ganaron el certamen de nuevos valores.
La Callejera fue el grupo encargado de abrir la programación musical celebrando los 10 años de su “Consagración” en el festival y luego fue el turno de Suna Rocha, que presentó un homenaje a Jacinto Piedra, recorriendo sus temas más emblemáticos junto a Gregorio Gómez Cantos, el propio hijo de Jacinto Piedra radicado en Alemania.
Tras la actuación de Agosto y Quetzallí, el grupo oriundo de Capilla del Monte y ganador de Pre Cosquín como Dúo Vocal, llegó el celebrado espectáculo “Tango improvisado” a cargo del pianista “Pepe” Colángelo y el armonicista Franco Luciani.
Con algunos clásicos del cancionero ciudadano, temas propios y mucha frescura, el dúo secundado por Pablo Motta en contrabajo, Moscato Luna en guitarra y Bruno Resino en percusión, brilló en el escenario y puso a la plaza de pie.
La continuidad de la noche trajo a Candela Mazza y más evocaciones a la música santiagueña; la Delegación de Córdoba y sus “Postales del Norte Cordobés” con integrantes de los Pacheco, los Duarte, Julio Cejas y la propia Suna Rocha; y Lucía Ceresani, necesaria representante del canto surero.
Bersuit, el rock y el folklore hermanados
Finalmente, minutos después de las tres de la mañana, Bersuit Vergarabat hizo su debut en el festival, aunque no en este escenario, al que regresó luego de 20 años, con el antecedente del festival Siempre Rock 2005.
La Soledad y Yo tomo fueron los temas para ir entrando en calor, dando paso al primer guiño folklórico: La argentinidad al palo junto al Ballet de la Escuela Municipal de Folklore y que terminó con el grito de “¡Argentina, Argentina!” de una plaza que les hizo el aguante en todo momento.
“Es un verdadero honor poder estar en este escenario con tanta historia” dijeron antes de invitar a los Hermanos Núñez, recibidos con el tradicional sapucai litoraleño, para interpretar la potente Perro amor explota y el aire de chacarera La revuelta.
Cuando largaron el hit Se viene, llegó la esperada arenga: “Esta canción es de la gente, ¡te equivocaste Peluca!”, lanzaron en alusión al uso del tema por parte del actual presidente.
“Un pacto para volver” fue la frase con la que rebautizaron uno de sus temas más conmovedores (Un pacto) que la plaza también coreó con generosidad. La respuesta del festival fue la entrega del Poncho Coscoíno, uno de los honores más preciados para los músicos de otros géneros. El cierre con Negra murguera y El viento dejó al público encendido y con ganas de más. Un Cosquín de brazos abiertos.