Agustina Sánchez es una joven que vive en Noetinger, una localidad del norte de la provincia de Córdoba. Nació sin sus miembros superiores, y pese a ello intenta cada día vivir una vida normal. Este miércoles cumplió 21 años y perderá la obra social, dado que el Estado le niega una pensión no contributiva porque su padre tiene una vivienda y trabaja.
Con el apoyo de su familia, la mujer cursó estudios primarios, secundarios y el profesorado para docente nivel inicial. En la actualidad está en el último año de la carrera y desde el año pasado hace prácticas en una escuela. "Voy dos horas todos los días a apoyar a la docente de un curso. El voluntariado me permitió acceder a la beca para hacer el profesorado", contó la chica en declaraciones al medio Telefe Noticias. "Hago todo con los pies: leo, escribo, pinto", agregó al mismo medio.
El municipio de Noetinger acompañó a Agustina con becas para que continuara sus estudios y ella logró ser abanderada del establecimiento terciario donde se capacita y está próxima a graduarse y cumplir su sueño de ejercer como docente.
El 23 de mayo la chica cumple 21 años y deberá enfrentar la burocracia del Estado. Amparada bajo la Ley Nº 18.910 y el Decreto N° 432/97, desde hace tres años, mediante la ayuda de una asistente social de su localidad, intenta que le otorguen una pensión no contributiva por discapacidad.
"Dos meses atrás la Agencia Nacional de Discapacidad me comunicó que no puedo percibir la pensión", explica. Y detalla asimismo que el motivo para tal decisión es: "Alegan que mi padre tiene una propiedad (vivienda única), trabajo formal (como metalúrgico) y poseo obra social". Desde el miércoles, ya no contará con los servicios médicos que hasta hoy le brindó la Obra Social de los Trabajadores Asociados a la Asociación Mutual Mercantil Argentina (Ostamma).
Meses atrás, Agustina le envió una carta al presidente Mauricio Macri para explicarle su situación. Luego, recibió un llamado de una dependencia donde le explicaban que debía enviar un pedido a la Anses para que reconsideren su situación. La asistente hizo lo que le pedían para que la joven acceda a su derecho y supla mínimamente los que le quitó el síndrome de “Amelia” (del griego a -sin- y melos -miembro), la malformación congénita que marcó su vida. "Quiero poder llevar una vida independiente y digna", concluye en su pedido la futura maestra.
Fuente: Perfil.com