Invitado por el mandatario francés, el presidente de Estados Unidos llegó este jueves a la capital francesa para bajar la tensión con la nueva estrella del firmamento europeo. Macron, como hizo en mayo al reunirse en Versalles con el líder ruso, Vladímir Putin, quiere seducir e impresionar a su invitado, que asistirá el 14 de julio al desfile militar con ocasión de la fiesta nacional de Francia.
Trump ha sembrado el camino de espinas. Ya en febrero, en uno de sus enfebrecidos mitines, puso la capital francesa como ejemplo del fracaso europeo en la lucha contra el terrorismo. “París ya no es París”, sentenció en una frase que dejó estupefactos a los dirigentes franceses. Luego, al anunciar en junio el abandono del pacto contra el cambio climático, volvió a vapulear a la ciudad de la luz. Esta vez, para demostrar lo poco que le importa. “Es hora de poner a Youngstown, Detroit y Pittsburgh por delante de París. No se puede enfrentar a los trabajadores al riesgo de perder sus empleos. No podemos estar en permanente desventaja. Fui elegido para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no de París”, dijo.